Más allá de lo médico

El cáncer infanto juvenil excede lo médico, y por lo tanto, se afectan otras áreas de la vida de los niños.

Familiar

Además del impacto emocional que el diagnóstico de un niño produce en la familia, también aparece la necesidad de organizarse y cambiar rutinas, ocuparse de trámites, de los traslados y de los otros niños de la familia. Además, la migración tiene como consecuencias el desarraigo, la pérdida de situaciones laborales, la carencia de alojamientos en las ciudades tratantes, complicaciones económicas y familias que se dividen. A pesar del gran cambio de realidad en su vida diaria, es importante conservar la mayor cantidad de rutinas familiares posibles.

Escolar

La escolaridad es un aspecto fundamental en la vida de los niños, pero durante su etapa de tratamiento activo no podrá concurrir regularmente a su escuela de origen. Si bien el cuidado de su salud es prioritario, es importante que mantenga contacto con sus docentes y compañeros y que continúe, dentro de lo posible, con sus aprendizajes en las escuelas hospitalarias y/o domiciliarias.

Vivienda

Las condiciones de las viviendas donde habiten estos pacientes deben cumplir con las pautas de higiene y cuidado indicados por los equipos médicos. A veces, las familias deben realizar adaptaciones en el hogar, sobre todo cuando los niños se encuentren inmunosuprimidos.

Vida cotidiana

Un niño con cáncer sigue siendo, sobre todo, un niño y por lo tanto, ayuda a su salud mental el poder seguir desarrollando actividades que lo sitúen en sus aspectos sanos, siempre que su tratamiento lo permita. Deben ser incentivados a continuar jugando, comunicarse con amigos y parientes, y aunque no pueda desarrollar deportes y/o hobbies, poder encontrar nuevos entretenimientos.